No iba a escribir y me lie

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Siempre cuesta encontrar algo negativo cuando sale a la palestra alguno de los totems de la cultura dance nacional. Más aun cuando se alejan de ese sórdido mundo que es la noche (Y la mañana) y agarran pluma y papel (O teclado y Word) y se sacan de la manga el enésimo Revival de ese fenómeno que conquisto corazones y oídos en los 80 y que, los más jóvenes entre los que me incluyo, adoran con devoción y fé: La «ruta del bakalao» o ruta destroy.

A los autores del libro hay que agradecerles el factor sorpresa, que es plantear la historia desde un punto de vista novelesco y de ficción. Cuando lo que todos esperaríamos sería una suerte de documental escrito con las opiniones, comentarios y anécdotas de aquellos que pulularon en su día por el extra-radio valenciano.

No obstante, y aunque repito, la idea se agradece, «No iba a salir y me lié» deriva en una novela de argumento sencillo, final previsible y aroma a película vista en más de una ocasión. Los personajes tienen un recorrido propio de película española subvencionada y con poco o nada tirón de taquilla. Entretenidos, pero sin poso. Incluso la figura del protagonista musical de la historia en claro paralelismo con el co-autor queda en un segundo plano impropio. Tónica general del libro, eliminando de la ecuación el aspecto a mi juicio más importante: La música.

Y es que el tema está documentado hasta más no poder, cierto, pero entre esto y que en la portada salga en letras grandes quien sale, razón de más para entrar más en detalle. No solo en anécdotas, que van cayendo con cuentagotas, sino en música, testimonios más allá de lo puramente fiestero. En resumen, si este libro fuera usado en el año 2030 como referencia la ruta quedaría en un lugar muy muy cercano a Proyecto Hombre, que seguramente, pero tan cierto como que tuvo un «algo» que los autores no han sabido expresar. Oportunidad perdida.

Estoy sentado en mi sofá escribiendo la historia de una decepción. Si bien, fue un libro devorado en un par de días (Por algo será), pero que, a medida que lo iba masticando perdía sabor, sensación agridulce vaya. Seguramente pretendía encontrarme un análisis mucho más profundo de lo que fue esa etapa de la transición española. Me sigo quedando con aquel famoso reportaje presentado por Carles Francino.