El trueno que sigue al rayo

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Abraham Rivera lo expresa muy bien en el prólogo de “El trueno que sigue al Rayo”: Pedro Jose Mariblanca se ha dignado a hacer lo que nadie hasta el momento había sido capaz. Como si se tratara de un cartógrafo, con algo de arqueólogo, ha mapeado la escena electrónica española desde sus inicios hasta la actualidad.. A veces te dejas llevar por las reseñas, comentarios y no quieres ver la realidad que está ante tus ojos. Quise ver en este libro un mapa completo de la realidad de la cultura de club desde principios de los años 90 hasta la actualidad y obvié desde el primer momento las señales que indicaban claramente que no iba a encontrar lo que estaba buscando. Sólo el término “Breve” en un subtítulo o lo fino del tomo ya debería anticipar que no estamos delante de un Der Klang Der Familie o libros similares que intentan describir y enumerar lugares comunes de esparcimiento que ya son historia.

A Pedro José Mariblanca le vamos a perdonar puesto que describir y documentar la ingente cantidad de información difusamente guardada en la memoria de los que vivieron la fiesta y el desenfreno a lo largo de todo el país resulta seguramente una de las labores documentales más titánicas que pueden existir. No obstante, este trueno, que no deja de ser una sucesión y enumeración de lugares y fechas, salteados con algún comentario ocasional de algún protagonista o publicaciones en medios online de sobra conocidos, sin mucha sustancia a lo que ya podemos conocer a base de leer entrevistas y otros artículos publicados anteriormente, una pena y una oportunidad perdida.

No puedo ocultar la decepción en lo que respecta a este libro, sintiéndolo de veras. Tenía ganas de creer que podríamos estar ante un intento bastante más completo de cartografiar la ingente tradición fiestera que acumula el país tras el fin de la denostada Ruta Destroy. Material hay de sobra y testimonios seguramente también, a lo largo y ancho de la península ibérica. No es el caso, y la cuestión queda como una suerte de poner la primera piedra al proyecto, de querer dejar la impronta en primer lugar aun a riesgo de quedarse uno en algo mucho más superficial que la superficie propia del fenómeno. 

La parte positiva del texto, que la tiene no os vayáis a pensar que todo es malo, es conocer la realidad y proyectos de otras partes del país de las cuales a lo mejor uno no es ducho, véase la descripción de la escena gallega o similares. Otro punto a favor sería la inclusión de los nuevos nombres y proyectos que ya estaban pegando fuerte antes de la irrupción de la pandemia en nuestras vidas y que esperemos continúen desarrollando su actividad creativa y cultural cuando podamos volver a reunirnos en lugares cerrados y mal ventilados. Porque es precisamente en esos nuevos proyectos de gente joven en los que la reconstrucción de la escena debería apoyarse para poder regenerarse con garantías.

Mientras alguien recoge el guante lanzado en este libro y se preste a documentar y analizar nuestra historia dentro de un club o discoteca, deberemos conformarnos con “El trueno que sigue al rayo” cómo prólogo de una historia que podría llenar varios tomos, hay material más que de sobra que ha quedado sin reflejarse por el momento.