Sonar 2017, el año que bailamos entre las llamas. Capítulo 1

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123.000 personas, 4 días y ni se sabe las horas después, toca hacer balance económico y musical de lo que ha sido la edición más multitudinaria de cada de las 24 que lleva a sus espaldas el veterano festival barcelonés Sonar. Toca hacer el recuento de los artistas vistos, el dinero gastado y lamerse las heridas de 4 días de intensa agenda, 3 días, 2 noches y un bonus-track en forma de fiesta Off Week. Comenzamos la historia del Sonar 2017:

Jueves – Tomando el pulso al Village

Toda buena historia, con un buen final, no puede empezar sin un buen madrugón. Sin 3 horas de viaje en AVE desgranando por millonésima vez unos horarios que podemos recitar como el padrenuestro. Sin las gestiones previas, llegada al apartamento. ¿Tienes las llaves? ¿En efectivo o tarjeta?.

Toda historia sobresaliente, comienza franqueando la valla de seguridad del recinto de Fira Montjuic, calzándose la pulsera «a la esquerra» y hacer una primera recarga de Cashless con la esperanza de no tener que volver a pisar esa parte del festival.

Esta historia comienza pidiendo un tempranero gin-tonic a la sombra del Village con la presentación de «Kwalia», segundo largo de BFlecha como hilo musical. La Jessy Lanza gallega, acompañada en esta ocasión en el escenario (Ella se lo suele guisar y comer) ameniza ese primer copazo, y primera charla. Rumore pone con su house pausado y sinuoso un punto y seguido en la charleta. A estas horas ya nos hemos descalzado y degustamos ese sabor especial  que tiene la única zona al descubierto Sonar Día.

Toda buena historia tiene algo de confusión. Bawrut hace puesta en escena cuando se esperaba a Princess Nokia, estrella de la tarde. Casi mejor, que ya vamos algo arroba y apetece más la propuesta conguera y rítmica del madrileño, fragmentos a capella del documental «La Ruta Destroy» incluidos. Total que hasta las 17:15 no aparecería la Nokia, con la hora de retraso de rigor que parece acompañar por contrato a todo proyecto de diva que se precie (Calvo mediante). Pasando de divas, Daniel Brandt & Ethernal Something manejan batería e instrumentos con pausa en nuestra primera incursión a la zona RedBull (O Sonar Dome). El calor mengua entre esas telas azules, el agua es la mejor compañera. De vuelta al Village, para, definitivamente acampar en su verde; Prins Thomas es el encargado de desplegar toda la magía que tiene una zona que vale su peso en oro. Se deja el cosmiqueo en casa el noruego, y navega por trazos más duros y menos sonrientes. El público coge el testigo, baila y levanta los brazos. El sol muere, es el Village y Thomas lo está partiendo. Casi nada.

HVOB comparecen en un escenario muy afectado por la actuación de Arca en Sonar Hall. Repasan su última joya «Silk» en un directo bien ejecutado, con toda la tensión y emotividad requerida, pero que quizás requirió de un entorno más intimo que un Village más preocupado por el jolgorio que por la escucha. Un Hall les habría venido de perlas.

Craig Richards sería el encargado de cerrar la noche. Comienza musicalmente serio. Techno que exprime un excelso sistema de sonido como el que este año han instalado en Sonar Día (Ha sonado como pocos años), breaks y reminiscencias británicas por doquier. No obstante, el hombre va más caliente que la atmósfera irrespirable de una Barcelona en plena hora de calor y no deja títere sin cabeza ni tema sin joder a base de scratches al tun tun, fadeos asincrónicos y bajadas de volumen. Eso sí, el hombre las clava y la única sensación visible de la caraja es el cambio constante de las caras del vinilo. Te veremos en otra Craig, más sobrios todos. Toca guardar fuerzas para la maratón que se aproxima.

PD: A Yung Beef le hemos dedicado 45 segundos: 30 en su mierda de show y 15 escribiendo esto. Todo dicho.

Viernes: Caos, calor y una rusa

Comenzar la jornada de Viernes día al abrigo del aire acondicionado del Sonar Complex es bien. Si ademas Aitor Extebarria (El Txef A) pone en escena 6 músicos y fragmentos del documental «Gernika.Markak» al cual Aitor pone música y centra este directo, pues la cosa queda de «bocato de cardinale». Lo que era un «vamos media horita y para Pimp Flaco» se convirtió en una de las 3 mejores actuaciones del festival, por lo soberbio de la puesta en escena, por su sobriedad, por su ovación puesto en pie.

Mientras, Pimp Flaco, Kinder Malo y la banda del berberecho voceaban en el Hall ante una sala a medio llenar. El trap ha sido quizás tema central en los grupos de amigos. Aqui va mi sincera opinión, vistos unos cuantos director y basándome en este ratito con los 2 hermanos. El trap es una mentira, una mentira avivada por diversos medios de comunicación que han llegado a comparar el bochornoso directo de Yung Beef con Sid Vicious. Han encumbrado a una Bad Gyal que no pasaría el corte de Mujeres y Hombres y Viceversa por chabacana y hortera. Total, que el escenario XS era pequeño, y en Pimp Flaco cantaban 4 gatos. Es la realidad del trap, sin comas ni artificios mediáticos.

De vuelta al Village, Lena Willikens trabajaba un techno pesado, bajo de bpms que servía para hincar pie a tierra y descansar. Roosvelt en cambio con su pop facilón y alegre si incitó a que el personal bailotease y dejase ver las primeras sonrisas.

Turno de visitar el Hall, una columna de flashes tapada con una tela nos dá la bienvenida. Evian Christ roza el hardcore con bombos distorsionados. Sonar Hall suena como nunca, y el show estroboscópico se acerca peligrosamente a la epilepsia. Homenaje a Robert Miles, jodido soberanamente con un vocal y vuelta a los sonidos progresivos que en este Sonar han culminado en un revival sin paliativos (Denis Sulta con el Pulvertum cerrando el Dome el Jueves Noche). Progressive se podía leer en dos tiras que flanqueaban al delgado artista inglés. Dicho y hecho.

Para bajar pulsaciones, nada mejor que degustar el bolazo del Sonar. Fat Freddy’s Drop dieron una lección de puesta en escena. Pusieron el verde a moverse a ritmo de reggae, dub y algo más 4×4 al final de su set. Un diez en entrega, con su trombonista enfundado en el papel de showman, ataviado con capa y traje plata. Diversión a cara perro.

Momento de cerrar SonarDome con los últimos compases de Marie Davidson a la cual ponemos la marca de «No te me vuelves a escapar», para soltar adrenalina con la nueva fórmula que nos trae Robert Hood, que no es otra que un Floorplan Live acompañado de su hija Lyric. Problemas de sonido y configuración en el inicio retrasan el inicio de la actuación en la cual las descargas de bombo 909 hicieron las delicias del respetable. Robert reconstruyó sus mejores tracks dándoles un aire algo nuevo. No obstante, deja demasiadas dudas la inclusión de Lyric en el show, la cual parece que resta más que sumar. Pongámosle a la joven un «Necesita mejorar», y al padre le diremos que se deje de puertas giratorias, se centre y que, cuando ese intento de directo esté maduro, lo vuelva a presentar. Mientras tanto queremos al Robert de siempre.

Tiempo de encaminarnos a la Fira Europa, al Sonar más concurrido de la historia. Y es en estas situaciones donde se ven las costuras que, por muchos 24 años que lleves en el panorama, tienes cuando el colchón de los buenos resultados te hacen relajarte. El resultado fue de masificación, calor y eternas colas en las barras donde los camareros eran tan lentos como insuficientes. Quizás el mayor pero de esta edición de Sonar,el cual ha sido fieramente criticado desde las diferentes redes sociales. Esperamos que la cosa mejore en 2018, donde se prevé llenazo (25 años no son moco de pavo).

Moderat tienen problemas de sonido, se quejan constantemente, se van, vienen y no están cómodos. Nadie en un Sonar Club a 1000 grados lo está. Emigro sin verles terminar. Nicolas Jaar comienza con ambient, la cosa pinta bastos. Me pierdo en la barra la mitad de su directo, que roza la trucha y el downtempo por momentos. Me fiaré de opiniones respetables para declararlo triunfador de Sonar. A ti, camarera de la barra aledaña a los baños de Sonar Car, gracias por dedicarle 20 minutos a cada cliente.

Llega el momento del HOUSE con mayusculas. Derrick Carter recoge el testigo del chileno y reparte beats 4×4 sin contemplaciones. El sonidazo pasado de graves de Sonar Pub le viene como anillo al dedo a su house rápido y contundente. Pocas veces deja intuir su lado más soulful, intuyendo algún vocal. Más latinos estaban los Master At Work, que en sus 6 horas tocaron casi de todo. Otra vez más, triunfo de Sonar Car en su apuesta por los sets largos y el de Kenny y Louie Vega no desmereció.

La gran triunfadora de la noche es quizás la que más dudas generaba. Nina Kraviz no ha conseguido aun quitarse la losa de Dj mediocre; Hasta el cierre del Viernes Noche, donde hizo un set de categoría. Con el cuchillo entre los dientes, sin aspavientos y proponiendo alto voltaje en forma de bombos profundos e imparables. Nina cerró de día, y cerró como hay que cerrar un festival que lleva ya 2 días funcionando. Poniendo al personal de vuelta y media. Nina Kraviz tomó la confirmación en la mejor plaza posible, despejando dudas y callando algunas bocas. ha re-nacido la estrella.