Año impar: Dekmantel (Capítulo 1)

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Ocurre que a veces la cabeza no da para mucho, y que, la asistencia a un evento veraniego lleve consigo la, de nuevo, asistencia a otro evento veraniego y así sucesivamente hasta que los faldones de San Miguel esconden ese veranillo que nos medio calienta y prepara para el largo, oscuro y frío invierno, en espera de, empezar a girar la rueda el verano que viene. Eat, sleep, eat, repeat, que dijo el filósofo. La ventaja es que, escribir sobre la asistencia al primero de mis eventos transfronterizos de este verano, Dekmantel, dota a la historia de una mayor veracidad ya que nos quitamos de en medio el efecto de la proximidad y tras 2 meses de barbecho la crónica se cimenta en las sensaciones que han quedado grabadas a fuego en las neuronas.

Año impar, año de asistencia a la ciudad de los canales y tercera visita al festival de festivales; ese oasis verde que durante 3 días alberga lo más granado de la electrónica mundial para gozo y deleite de todos, sin importar gusto o condición. La primera novedad aparente sería que, y ya era hora, la cuestión empezaría a dirimirse en la jornada de Jueves. Jornada que se desarrollaría principalmente en 3 escenarios:

MUZIEKGEBOUW AAN ’T IJ donde se podría canjear la pulsera del festival (Acertada elección para evitar las colas del primer día en el bosque) y ir abriendo boca con el directo de The Comet Is Coming, una suerte de compendio break que, de manera desordenada conjugaba sintetizadores, batería y saxo. Sería la tarde de los baterías. Entre concierto y concierto degustar cerveza o lo que surja en su terraza con vista al gran canal, departiendo entre colegas o disfrutando del pequeño escenario instalado por NTS Radio que, a ritmos dub, nos iba entonando para, previo barco gratuito proporcionado por la organización nos dirigía a nuestro siguiente destino.

TOLHUISTUIN una pequeña sala de conciertos instalada en el interior de un centro cultural, con sus taquillas para dejar las pertenencias y un siempre divertido San Proper de aquí para allá maletas en mano proporcionando la anécdota de la noche. Jah Wobble a los mandos de la nave a ritmos funk con la inadvertida presencia de un Bill Laswell que vino, vio y venció sin apenas menear un músculo de la cara. Si meneó mucho más la mitad de Yussef Kamal, entre baterías anda el juego recuerda, y vaya músculo el que gastó durante su actuación el de Londres. Jams interminables y jugueteos constantes con sus músicos, teclista y bajista en una sucesión de improvisaciones interminables para salir de allí por la puerta grande. Más insulso resultó, para mi persona, De Ambassade, y no por falto de calidad si no por no coincidencia personal en cuanto a gusto musical se refiere. Momento quizás de refrescar gargantas y constatar que la moneda de pago usada en la otra parte del río no aplicaba en este microuniverso donde se nos anticipaba la tónica general del fin de semana: una política de absoluto cashless: Muerte al papel. 

Tocaba rematar faena en la tercera zona y la más dedicada al baile. Shelter colmaría nuestras ansias de ir gastando cartuchos en forma de suela quemada. Sumidos en la más absoluta de las oscuridades y tanteando el terreno a través de la niebla, Demdike Stare exprimía el sonido Funktion One del famoso club  holandés olvidándose de la rapidez y tendiendo hacía el terreno inhóspito y furibundo que su visión del dubstep propone. No nos regalaría tampoco baile en exceso el cierre de Andy Stott en ese mismo recinto y que hizo que enfiláramos camino del ferry gratuito que nos devolvería a la estación central de Amsterdam. A destacar en Shelter la disponibilidad de una jarra de agua en la pequeña barra para evitar deshidrataciones innecesarias. Un 10 para los holandeses en la asignatura «Cuidado del clubber» durante todo el fin de semana.

Día 1

Sin limpiar las legañas y con el desayuno-comida-merienda-cena aún bajando por el esófago ya se escuchaban las primeras voces apremiantes por parte del más purista e impaciente de mis acompañantes: «Vamos que empieza Weatherall» . La tradición manda y en el Dekmantel se entra el primero y se sale el último porque así lo pide su horario diurno y así lo exige el precio pagado. Por tanto, Andrew Weatherall conectaba su tocadiscos y con el primer bombo ya estábamos peleando con el sol y las avispas en el centro de ese platillo volante que es la Main Room de Dekmantel. 3 horas de trazos gruesos y lentos, ideal para entrar en calor mientras ves llenarse el recinto de caras frescas y no tan frescas después de la jarana del día anterior y el poco descanso que el camping del festival pudiera ofrecer. 3 horas de warm-up, de menos a más dejando la pista en un punto de ebullición apto para que el primer nombre marcado en rojo, upsammy, empujara el balón a puerta vacía y confirmara la alternativa. No aprovechó sin embargo el regalo la holandesa y se perdió en los divergentes caminos del jungle más atmosférico sin llegar a enganchar al público en su recorrido. Decepción y de la buena.

Existe un punto de no retorno en todo festival que es aquel en el que tu planning es descolocado por alguna mala actuación. Toda tu agenda se rompe y comienza un penar por todas las zonas del festival. El resultado es de sobra conocido, no consigues ni hacerte al sitio ni al lugar y cuesta horrores enganchar con las propuestas que se muestran en zonas como Selectors o GreenHouse. La tabla de salvación al paseo la puso el escenario Red Light Radio, que si bien comenzó años a cómo una zona secundaria de paso, hoy es todo un escenario en sí. Para la ocasión nos trasladaban a un muro ravero de sonido que bien podrías encontrarte en una freeparty checa. Retrogade Youth regalo igualmente, una sesión de lo más ravera, tocando tímidamente el trance y el acid más agresivo. Para muestra un botón y para botón el recuerdo de aquella crítica hacia la falta de artistas latinos y de apropiación cultural que se hicieron en su día, carro al que se subieron, no podían faltar, los elementos más granados de nuestra querida escena. Degusten este plato típico pues.

No obstante, la visita a este nuevo oasis no resolvió el penar por el desierto en el que se había convertido la tarde y quemamos tantos kilómetros andando por el bosque como mala decisiones tomamos: Dr Rubinstein, marcada en fosforitono llegó a exprimir el sonido de la main con la suficiencia que la caracteriza. Su acid techno no hizo tilín y llegamos a la cita con Identified Patient en la UFO II tarde y mal: cero disfrute en este rato. Donato Dozzy repartía mientras tanto en Selectors material gourmet para oidos exquisitos, pero a esas alturas de la tarde éramos ya bestias hambrientas de beats y no estábamos para desarrollos. Rumbo a la main para ver cómo Jeff Mills dividía opiniones: Para gustos colores, pero Mills en esta ocasión fue monocorde y denso, muy al estilo de su paso por Macumba, y dá la sensación de que cada sesión suya es una repetición de la anterior: No le llegamos ni al The Bells. Aun dio tiempo para constatar que Blawan y Ben UFO no pegan ni con cola y a ser salvados in extremis por un Adam X que cogió la UFO II, la metió en un triturador de basura industrial y la escupió rumbo a la salida de nuestra siguiente aventura.

Katharsis

Quien no se ha visto nunca seducido por los impresionantes videos que la promotora Reaktor realiza de sus eventos. Warehouse Elemenstraat actúa habitualmente como espacio multiusos que lo mismo te programa un festival cuasi-speedcore como Unpolished que la graduación de la Universidad. El recinto tiene todo lo que le podemos pedir a un garito que rinda culto al hedonismo techno: Sonido que te eleve de tus suelas, visuales que te pongan en órbita y horario extendido. Recinto top 5 europeo para los fanáticos del genero con dos salas, una íntima donde se desarrollan directos y sets alejados de la pura trucha y la zona principal, de corte industrial donde la máxima es conseguir comprimir el bombo de tal forma que las columnas tiemblen y que cada sonido sea más cercano al exorcismo que su predecesor. Todos estos mimbres son los que conforman ese circo de los horrores que es Katharsis.

https://www.facebook.com/katharsis020/videos/586665688528531/

Comenzamos abriendo boca con el directo de Gladio, excelso para acto seguido recibir las hondanadas industriales de Welt in Scherben y Schwefelgelb. A esas alturas ya teníamos suficiente materia entre manos para invadir Polonia pero el lleno absoluto de la zona pequeña nos privó de bajar las pulsaciones con DjRum o Voiski (Del cual dejamos su sesión de aquella noche).

Por tanto, nobleza y gusto por el fresquito obligan, desarrollamos nuestra actividad fiestera en la parte trasera de la sala principal para vivir el exorcismo de O/H y la consolidación de Tommy Four Seven como asesino de las pistas una vez ha dejado a Chris Liebing dedicado a ese subgenero edulcorado al que en la península todos llaman techno. Siempre bien escoltados por torres holandesas dedicadas a pasear sus globos de óxido nitroso por la pista (Se vendían en una barra especial) decidimos presentar nuestras disculpas a Samuel Kerridge, Amnesia Scanner y compañía (Nos vemos en Atonal) y emprender el camino de vuelta al merecido descanso para encarar la segunda parte del festival con todas las garantías.